sábado, 17 de mayo de 2014

Ganas de existir

¿Por qué contener las palabras cuando estas nos ahogan y nos comprimen el pecho queriendo salir lo más rápido posible por la boca? ¿Por qué las detenemos cuando nos golpean la garganta, y en vez de liberarlas las engullimos esperando que se acallen? ¿Por qué tener miedo a hablar, a decir lo que se piensa y peor aún, tener miedo de decir lo que se quiere decir? Las palabras son armas poderosas. Pueden herir y pueden sanar. Son el mejor de los consuelos y el peor de los tormentos.
Mucho tiempo viví temiendo a las palabras que mi lengua podía articular, aunque con el tiempo comprendí que no le temía a mis palabras, entendí que le temía a las palabras que recibiría de vuelta. A la respuesta.

Pero el tiempo también me enseño que el miedo nada importa. Me enseñó que no decir lo que piensas equivale a no existir. Y hoy más que nunca tengo ganas de existir…

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