Autora: Victoria Gallardo
En una junta de vecinos que se celebra sobre una hoja en la
villa “El Jardín”, Olga expuso la situación que la aqueja hace ya más de 2
meses. Una banda de parásitos, conocidos como “Los Chupasangre”, la ha estado
molestando.
Sus amigas intentan calmarla y la aconsejan.
- Cálmese Olguita, no se ponga nerviosa -dice Ortega.
- ¡Claro! ¡Cómo no están en su casa! -responde Olga.
- Olga no es necesario que le levantes la voz a don Orteguita -dice
Barbie con su voz de pito,mientras consuela a Ortega.
- Tu siempre consolando a don Ortega ¿no es cierto, Barbie? -continua Olga intrigante.
- ¿Qué estás insinuando Olga? -pregunta Barbie.
- ¿Yo? Nada…
Aquí comienza el
típico “Todos contra todos”, característico de estas juntas.
- ¡Hay que desbaratar esa banda! ¡Pero ya! ¡Yo los voy a sacar
a todos a patadas de aquí! -exclamó Palmito muy ofuscado.
- ¿A qué hora hablamos de los mata malezas que tiraron? ¡Algunas
plantas se están secando! -grita Vera
- ¿Y qué me dice del problema del agua? -interroga Chascona.
- ¡Yo sé de alguien que nos puede ayudar! -grita Lila.
- ¡Silencio todos! ¡Aquí vinimos a resolver el problema, no a
crear otro! -vocifera Chascona. Todos se quedan callados y miran a Lila.
- ¡Habla pues, Lila, no te quedes callada! ¿Quién nos puede
ayudar? -pregunta Vera.
- Bueno…no la conozco en persona, pero sé que combate a “Los
Chupasangre” hace mucho tiempo y los ha echado de otras villas…Es la China
María, vive en un plátano oriental y se que nos puede ayudar con el problemita. Yo podría ir a buscarla, claro si a ustedes no les molesta.
- ¡Noooo…para nada! -responden todos
- ¡Perfecto! ¡Yo me ofrezco para acompañarte Lila! -dice Palmito cerrándole el ojo y tomándola por la cintura.
- No…no es necesario, mejor quédate y cuida la villa junto a
don Ortega, mira que las niñas van a necesitar de un hombre fuerte y robusto
que las cuide -agrega Lila, alejándose de Palmito.
- ¡Eso vamos a hacer! ¡Se cierra la asamblea! -brama Chascona.
Los vecinos se organizan para cuidar la villa, entretanto, Lila, sale a buscar a la China María.
- ¡¿Dónde vive esa China?! ¡A ver…en el barrio Li Min Ho, en la
espora del plátano oriental, entre la palmera peluda y el muro con pintura
descascarada, frente al muro celeste! ¡Oich! ¡Qué complicado! -vocifera Lila sentada
en la corteza de un árbol.
- ¡Señorita! ¡Señorita! ¿Le puedo ayudar? -pregunta León, un niño
que jugaba por ahí.
- No, no creo, eres apenas un niño, qué me vas ayudar tú -dice
Lila
- Pero señorita, tiene que darle la vuelta al árbol y va llegar -continua León.
- ¿Enserio? -pregunta Lila, y sale corriendo.
- ¡Qué despistada esta señorita! -dice León mientras se aleja riendo.
- ¡Ahí está la casa!
Lila sube el árbol y toca efusivamente la puerta.
- ¡Ya voy! ¡Ya voy! ¡¿Quién viene a importunar la alegría del
hogar?! -exclama María.
- ¿Señorita, es usted la China María? -preguntó tímidamente Lila.
- Si, yo soy -contestó María, mirando hacia los alrededores de su
casa, cuando de pronto Lila entra sin permiso y se sienta en su sillón con
tapiz de flor.
- ¡Niña!¿Qué quiere?¿Quién es usted?¿Por qué entra así a mi
casa? -exclama María, muy enojada.
- Disculpe señorita ¡Es que ya no sabemos que hacer en la villa! -dijo Lila.
- Bueno, empiece por decirme ¿Quién es usted? -pregunta María,
tratando de calmar a Lila.
- Bueno…yo soy Lila, vivo en la villa “El Jardín”. Señorita
China María, mis amigas están aterrorizadas, usted es la única que puede ayudar
a deshacernos de la banda de “Los chupasangre” ¡Usted es nuestra última
esperanza! -señaló Lila, mientras veía a la China pulir su armadura de aluminio y arreglaba su espada, una astilla.
- ¡Los Chupasangre! Haberlo dicho antes ¡Esas alimañas come
sabia!¡Por supuesto que le voy ayudar! ¡Vamos de inmediato!
La China, silva para llamar a su amigo Corsel, un perro Poodle que la acompaña siempre en
sus misiones. La heroína le ordena a Lila saltar sobre la espalda de Corsel. Esta salta sin ningún inconveniente, en cambio, la China sufre un accidente cuando un auto pasa y la encandila con sus luces, haciendo que caiga en un huevo que
estaba reventado en el suelo.
- ¡Ayudenme a Salir de aquí! ¡Corsel! -chilla María, dentro de
una burbuja de huevo.
- ¡Oye perrito, tenemos que ayudar a la China! Pero¿Cómo? -dice
Lila.
El perro le da una sola lamida al viscoso huevo que yacía
estrellado en la vereda y libera a la Chinita, retomando así el rumbo a la
villa “El Jardín”, donde los malandrines hacían de las suyas.
Los imparables atraviesan una infinidad de paisajes, desde
lugares llenos de lombrices hasta finos restaurantes. En esta travesía ven mil
cosas tiradas en la acera, como plátanos a medio podrir, monedas, inclusive
tuvieron un contratiempo con una niña de cabello largo que quería jugar con
Corsel. Luego de todos esos incidentes lograron llegar a la villa “El Jardín”, donde vieron a un grupo de chanchitos blancos y les preguntaron:
- ¿Niños han visto a Olga o a los otros vecinos?
- Tía todos los vecinos están encerrados en sus casas, por
culpa de “Los chupasangres” y de don
Felipe Morris -contestan los niños.
- Y ustedes ¿Por qué están aquí? ¡Deberían estar en sus casas!
¡Esos tipos son peligrosos!... Y me pueden decir ¿Quién es ese tal Felipe Morris? -pregunta Lila.
- No pasa nada tía, ellos no se meten con nosotros. ¡Jajaja!-rieron -no
saben ¿Quién es Felipe Morris?
- ¡Yo se quien es ese Felipe Morris, y se las va a ver conmigo
ese cretino! -dice China María, mientras Lila correteaba a los niños.
- Olga debe tener su casa infestada de alimañas -exclama Lila, preocupada.
La China entra sola a la casa de Olga, desenfunda su espada y
se lanza sobre todo pulgón que ve. Atraviesa a los bichos cual brochetas. La
sangre verde del enemigo cubre las paredes de la casa.
Camina por el pasillo
para llegar a la habitación principal donde supone debe estar Felipe Morris, un
antiguo amor de juventud que la lastimó con su humo tóxico y la abandono a su
suerte en un desague lleno de cigarros. Lo que no suponía la China María, es que
Felipe tenía de prisionera a Olga.
- ¡Felipe! ¡Deja a esa flor! -gritó María -¿Qué estas haciendo aquí?
- Estoy con una amiga, querida. no te pongas celosa -responde Felipe mientras aprieta las amarras
de Olga.
- Felipe ¿ya me olvidaste querido? -pregunta La China, mirando
hacia la ventana y preparando sus alas para lanzarse sobre Felipe.
- Por supuesto que no -dice Felipe, bajando el rostro, asombrado.
En ese mismo instante, la China María saltó sobre Morris, lo
abrazó con sus pequeñas patitas y salieron los dos eyectados por la ventana.
La
China soltó a Felipe y este cayo lentamente al abismo.