miércoles, 17 de septiembre de 2014

Realidades

Nuestras realidades atraviesan circunstancias distintas, pero de vez en cuando convergen en pequeñas singularidades que provocan que el presente se distorsione y se disgregue haciendo que todo parezca irreal. El tiempo discurre ante mis ojos y me emboba la mente, aturde mis sentidos. Nuestro encuentro provoca destellos de irracionalidad e incomprensión que parecen solo afectarme a mí. 

Las personas alrededor se desmaterializan, son meras sombras que dibujan trazos opacos sobre un suelo que sustenta el presente, trazos que se esfuman con cada paso.

Las palabras fluyen, se mueven, viajan, surcan el aire hasta nuestros oídos produciendo risas, miradas y más palabras. Palabras contra palabras.

Los labios gesticulan, los ojos se mueven. Nuestras miradas se encuentran en varias ocasiones, solo duran un segundo, pero estremecen al mundo. 

El tiempo sigue corriendo.

Caminamos sin rumbo bajo la sombra de los árboles sin notar como nuestras realidades comienzan a separarse. Las horas se dispersan, me golpean en el rostro, me recuerdan que este encuentro es algo fortuito, que podría ser el último, que nuestras realidades podrían no encontrase nuevamente. Eso me distrae. Cuando logro reaccionar la distancia es tan grande que las palabras se ahogan en el silencio sin importar qué tan alto grite. El silencio me aturde los oídos. El silencio me acompaña y me hace sentir solo.

La distancia destruye poco a poco la pequeña y breve realidad que nos unió.

Tal vez existan realidades que no pueden compartir ni tiempo ni espacio.

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