Terminar
de leer un libro conlleva muchas cosas. Se experimentan todas las emociones. La
pena, la alegría, la duda, el miedo. La pena de saber que terminó, que esa
historia que tanto te cautivó, que te mantuvo al borde del asiento, ya llegó a
su fin. Que aquellos personajes que llegaron a formar parte de tu vida, que
fueron tus amigos y enemigos, que te hicieron reír y llorar, ya no estarán más.
La alegría de saber que ya todo acabó, que por fin sabes cómo concluyó la
maraña de enredos que el autor tejió con tanta habilidad. Y fuese cual fuese el
final, este te sacó una sonrisa y una lágrima. La duda, el vacío después de
todo. Las preguntas llenan tu mente pues no sabes lo que seguirá. Qué será de
los seres a los que seguiste por tanto tiempo, a quienes acompañaste en tantas
aventuras. Lo último que queda es el miedo, miedo a que una parte de ti se
quede atrapada entre las páginas del libro. Miedo a creer que ya nada será
igual. Miedo a pensar que no podrás enamorarte de otra historia tanto como lo
hiciste con esta. Pero la verdad es que si se puede. Cada historia es diferente,
son puertas a distintos mundos, permiten abrir tu mente y dejar volar tu
imaginación. Cada vez que lees un libro, tú te transformas en uno, te
conviertes en un libro de páginas tan blancas como la nieve, y a cada palabra
que lees, una historia comienza escribirse en ti.
Sin
quererlo notas que la narración te afecta. Sufres cuando algo malo pasa, y
sonríes cuando dicen algo divertido. Tu mente se interioriza y comienzas
sospechar lo que vendrá. Notas como el cariño por los personajes va en aumento.
Hasta que llega el punto que reconoces que la historia te consumió. Te atrapa
entre sus brazos, negros como la tinta, te enseña un mundo totalmente nuevo y
diferente. Te hace volar entre montañas y nubes, entre lagos y bosques, te hace
cruzar desiertos y sumergirte en las cuevas más profundas. Recorres distancias
inimaginables y te enfrentas a criaturas desconocidas. Te da valor para
afrontar peligros y superar obstáculos. La historia serpentea hasta llegar a tu
corazón, lo cobija y reconforta. En ese momento te preguntas, ¿cómo una simples
palabras, entrelazadas con sutileza y bien escogidas, pueden ser capaces de
brindarte tal grata sensación?
No hay comentarios:
Publicar un comentario